Cómo eran las casas de antes. Algunos recuerdos de mi infancia en Zárate
Nací y viví en Zárate hasta los once años. De allí vienen mis recuerdos de infancia, entre otros, los de las casas chorizo.
Como mamá era maestra, cuando iba a la escuela nos dejaba en la casa de mis abuelos, en la calle San Martín 321. En ese barrio había varias casas chorizo que hoy ya no están.
Recuerdo vívidamente muchas casas chorizo que cedieron su espacio a edificios más modernos. La fachada de aquellas viejas casas así como su arquitectura eran muy similares a las de la familia Olmos de la calle Ituzaingo que muestra la FOTO 1.
Debe haber sido construida a principios del siglo pasado. A la sazón llegaban a Zárate inmigrantes europeos de distinto origen. Como mis abuelos, no tenían muchos recursos pero hacían lo imposible por comprar una de esas casas en el Centro de Zárate, a escasas cuadras de la Plaza Mitre.
En aquel tiempo venían a trabajar a Zárate miles de personas de otras ciudades: por ejemplo, en el emblemático frigorífico Smithfield trabajaban 7.500 empleados cuando la población de Zárate eran 7.000 personas! Mi abuelo Martín que era gallego hacía toneles de roble para almacenar la grasa de los animales faenados en el Smithfield. Mi abuela Ana, era italiana y abrió un pequeño almacén en la esquina de San Martín e Independencia para poder ir pagando la casa y educar a sus dos hijas.
Estas casas tenían gruesas paredes de ladrillo de unos 60 cm de espesor o más y techos altos construidos de ladrillos dispuestos en bovedilla apoyada sobre vigas de madera. Eran casas muy frescas en el verano pero difíciles de calefaccionar en invierno.
Los lotes de aquellas casas chorizo eran generalmente de 10 varas de ancho, o sea 7.86 metros y de hasta 50 metros de fondo.
En la cuadra de mis abuelos vivían inmigrantes italianos y españoles como ellos y también griegos, belgas, franceses y croatas. En la casa de enfrente de mis abuelos tenía su panadería – confitería y su casa Don Manuel Expósito, padre de Homero y Virgilio.
La puerta de calle de la casa de mis abuelos daba a un zaguán (allí conversaban mis padres cuando eran novios) y del zaguán se accedía a la habitación que daba a la calle, la recepción, especie de living comedor donde recuerdo un reloj de pie al que mi abuelo Martín le daba cuerda regularmente. Una puerta daba a la larga galería que iba comunicando un comedor diario, la cocina donde había una cocina económica a leña que en los meses fríos estaba siempre prendida con una gran pava de aluminio para cebar mate. Seguía un baño enorme y solo dos dormitorios. Todos los locales daban a la galería que era circulación, iluminación y ventilación para todos los ambientes de aquella casa chorizo.
Al final de la galería, un tapial de apenas un metro de altura tenía un portón bajo que daba al fondo en el que había una parra (mi abuelo, a veces intentaba hacer vino con esas uvas), una huerta de la que recuerdo los tomates colorados y enormes y un gallinero al que íbamos a buscar los huevos de las ponedoras con un palo en la mano por si nos atacaba el gallo batarás que si bien era malo cantaba muy lindo. Los belgas, en el fondo de sus casas, tenían palomas mensajeras. También había un alambre de lado a lado del terreno del que se colgaba la ropa a secar al sol.
La parte social se integraba a la vereda, en la que los viejos sacaban los sillones las tardes de verano, hablando de uno al otro lado de la calle….un pequeño y pintoresco concierto de nacionalidades en las veredas de Zárate. Ja, ja, ja!
Nosotros jugábamos a la pelota. Doña Irene, nos retaba porque jugando en la vereda, invadíamos la calle corriendo detrás del balón y, de vez en cuando pasaba un auto o un colectivo que podía lastimarnos.
Estas casas estaban mayormente en el radio céntrico, a no más de 8 o 10 cuadras de la plaza Mitre, la plaza principal. Hoy son buscadas para construir edificios, lotes por los que se paga muy bien, FOS y FOT mediante, debiendo destacarse dos factores muy buscados: ancho del lote de más de 10 varas y frente con valor ornamental en buen estado que permite ser conservado edificando el edificio de departamentos en receso después de haber negociado con Obras Particulares del municipio que normalmente da premios adicionales por conservar la fachada original (Ver FOTO 2 de edificio de San Martín al 300)
Mientras escribía esta nota, un amigo agrónomo que trabaja en el campo me contaba, para mi sorpresa, que los puestos de la vieja estancia Negrete (FOTO 3) en el partido de Ranchos son casas chorizo de dos dormitorios. Yo hubiera dicho que sólo había casas chorizo en el casco urbano, entre medianeras. Sin duda, algún albañil italiano de entre la población de la estancia, allá por 1830, convenció al muy irlandés Mr John Hannah de construir los puestos de su próspero establecimiento lanero como casas chorizo.
FOTO 1
FOTO 2
FOTO 3
